miércoles, 30 de enero de 2008

El hombre solitario

Orestes caminaba por las calles de la ciudad siempre despierta y se cruzó con un hombre solitario y deprimido. Esa noche soñó con él. Soñó que el hombre llegaba a su casa solitaria y silenciosa, abría una lata de tomate y de ella salía un genio dispuesto a concederle un deseo.
- Pídeme una pero solo una cosa, yo lo haré realidad -.
- Quiero ser una hoja de otoño, así el viento en uno de sus vuelos me lleva con esa persona que tanto anhelo -.

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